lunes, 22 de febrero de 2010

¿Una Quinta Internacional bolivariana?; por Luis Mattini



Partimos del hecho indiscutido de que las guerras de la Independencia en América significaron la constitución de los Estados Nacionales afirmando el desarrollo capitalista en este continente. Eso quiere decir que, desde el punto de vista del mito del progreso, se suponía que frente al “atraso” de las sociedades americanas, los llamados patriotas fueron los representantes del “progreso” de origen europeo de aquella época. Pero claro ese también es nuestro punto de vista… digo el que aprendimos nosotros, los criollos, o sea los descendientes de no americanos nacidos en América. ¿Se nos ocurrió pensar alguna vez que podría haber otro punto de vista, además del de los colonialistas españoles? Me atrevería decir que no. Porque me atrevo a decir que nunca nos lo fue planteado por nuestro sistema educativo, ni la línea liberal ni la línea revisionista. Nunca se lo escuché a mi maestra sarmientista, pero tampoco a Hugo Wast ni a sus sucedáneos “de izquierda”, como Hernández Arregui o Galazzo.

Sin embargo existe al menos otro punto de vista muy importante y es el de los pueblos aborígenes. Para ellos, nuestros patriotas formaban parte de la opresión colonial y, en todo caso, las guerras de la Independencia fueron guerras en el intestino del orden colonial. Cierto es que en el alma de algunos patriotas estaba incluida la preocupación por los indígenas, cierto es que había quienes incluían en la liberación nacional la redención de los pueblos aborígenes, sobre todo los jacobinos como Castelli o Monteagudo, pero no era el centro de las preocupaciones de la mayor parte de los patriotas ya que ellos representaban a las clases dominantes criollas. Y para colmo los hechos posteriores a la creación de los estados independientes confirmaron la desconfianza o los “prejuicios” de los indígenas: en la mayoría de los casos, esas clases dominantes, ahora en el poder político, fueron iguales o peores que los españoles respecto a los aborígenes.

Y de esto no escapa ni el mayor héroe criollo de América, Simón Bolívar, uno de los fundadores de Estados Capitalistas.

Más allá de sus declaraciones incluyendo a los indígenas entre los ciudadanos a emancipar, lo cierto es que Bolívar promovió, y luego aceptó de buen grado, la separación del llamado entonces Alto Perú para fundar la república que lleva nada menos que su nombre: Bolivia. Así se dio una de las grandes paradojas de América, una de las regiones de mayor presencia aborigen, de la parte más antigua y de extensas y muy ricas culturas precolombinas de Sudamérica, sólo comparable con México, la actual Bolivia, lleva el nombre de un conquistador, mientras que ese paisito, compuesto en su inmensa mayoría por criollos de tradición democrática, no se llama “Artigias”, sino que lleva con legítimo orgullo un nombre aborigen: Uruguay

Pero un detalle no menor fue que Bolívar no sólo propició la división del Perú porque, entre otras cosas, era una amenaza para su muy criolla “Gran Colombia (fíjese que nuevamente la manía con los nombres europeos: Colón) sino que redactó la primera constitución para la flamante república de Bolivia, cuyo texto expresaba una mezcla de principios del republicanismo liberal con la defensa contra el desorden que, según él, amenazaba los logros de los libertadores hispanoamericanos, en particular, como queda dicho, el destino de la Gran Colombia, que en apariencia se mantenía tranquila pero en la que desde hacía poco se estaba oyendo un creciente coro de quejas.

Bolívar llegó a la conclusión de que era necesario enderezar la balanza a favor de la estabilidad y la autoridad; y la constitución boliviana fue la solución que dio. La característica más importante de la constitución fue la prescripción de un presidente vitalicio que tenía el derecho de nombrar a su sucesor; como una monarquía constitucional, cuyos poderes legales estaban estrictamente definidos, nobleza obliga reconocerlo, pero que a la vez tenía un muy amplio potencial de influencia personal. Este invento se complementaba con un complejo congreso de tres cámaras una de las cuales era la Cámara de Censores. El tono general de la constitución era una mezcla apenas convincente de cesarismo y aristocraticismo. En Bolívar ni el jacobinismo ni la vocación democrática parecían su fuerte, menos aún el internacionalismo.

Bien, los historiadores dicen que el libertador tuvo sus razones; La necesidad de orden, frente al lógico caos post guerra revolucionaria, era la principal, pero entre las no menores, estaba también el hecho que las clases dirigentes de esa época consideraban que los pueblos de Iberoamérica no estaban maduros como los anglosajones para ejercer la plena democracia.
Bueno, uno no quiere ser mal pensado, pero a juzgar por los hechos parece que ese prejuicio sigue firme doscientos años después. Tenemos síntomas de monarquía en Cuba, re-re-reelecciones lamentablemente tanto entre los progres venezolanos, como entre los reaccionarios colombianos y en varios países; además estamos llenos de padres protectores. Ni hablar de esa clase bien llamada “despotismo ilustrado” que existe no sólo en Argentina, sino en toda Iberoamérica.

Pero Iberoamérica no es solo las guerras de la independencia, es toda una historia de luchas posteriores, con harta frecuencia impregnadas de clasismo pero disfrazadas de “nacionales y populares”, envenenadas de nacionalismo, ese indigesto invento europeo que hemos sabido importar sin el debido asco. La revolución mexicana es el máximo ejemplo seguido por la fresca revolución cubana. De allí tenemos figuras alejadas de intereses de la burguesía, de los Estados nacionales; como ser, Pancho Villa, Zapata, Sandino, el Che, Camilo, el subcomandante Marcos y otros hombres saludablemente ajenos al nacionalismo. ¿José Carlos Mariátegui me recuerda Ud.? Ah si, claro…incluso él, a pesar de su desdén por los criollos descendientes de africanos, escrito en su séptimo ensayo de interpretación de la realidad peruana.

¿Por qué entonces Chávez, desde Venezuela, llama a crear la Quinta Internacional bajo la inspiración del patriota Bolívar, creador de Estados nacionales, o sea lo contrario al internacionalismo? ¿Por qué, si su llamado es sincero, no se inspira en los revolucionarios de Nuestra América?
¿O es que todavía no hemos superado el contrabando stalinista que supimos comprar a pesar de nuestras críticas al stalinismo? Me refiero a ese contrasentido llamado “Patria Socialista”, base de la pretendida “vía estatal” al socialismo, la que en última instancia fue en la URSS y en China, la ”larga vía hacia el capitalismo”.

Convengamos que el improvisado Chávez puede decir lo que se le ocurra repitiendo unas re manidas frases marxistas. Convengamos que está imitando a los cubanos, sin ver que Cuba se aleja cada vez más del marxismo para acercarse al espejo del Estado Teocrático Norteamericano, en forma de sutil monarquía. Pero lo asombroso es que viejos militantes, gente que como yo, llevamos décadas de lucha desde una postura internacionalista, compremos ese discurso
Entonces pregunto: Si queremos ser radicales en nuestras posturas —y no cabe dudas que Chávez pretende “corrernos por izquierda”— por qué un burgués, muy honorable, muy revolucionario, pero burgués al fin y al cabo, como Bolívar y no un rebelde y revolucionario de vocación como el Che, Zapata o el subcomandante Marcos?.

Pero veamos también la experiencia vivida ya por millones de personas que no sólo nos sentimos internacionalistas, sino que ha sido nuestra práctica militante: la Primera Internacional, fundada por Marx y los anarquistas, cumplió un papel importante en la organización de la clase obrera de su época y luego se agotó por insuficiente desarrollo al no poder contener a los anarquistas, los socialistas y los comunistas todos juntos. La Segunda Internacional, fundada por Engels, creó socialdemocracia mundial y entró en crisis cuando los partidos socialistas fueron capturados por el chovinismo en la “defensa de la patria” en vísperas de la primera guerra mundial. La Tercera Internacional, fundada por Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo fue la respuesta a la catástrofe ideológica de la Segunda, A los pocos años , con la muerte de Lenin y Rosa, el destierro de Trotsky y la zorroneria de Stalin asumiendo el poder absoluto, fue esclava de su sujeción a la política estatal de la URSS y finalmente disuelta en las postrimerías de la segunda guerra mundial, por el pacto de los rusos con los aliados. La Cuarta Internacional, un invento de Trotsky, existió sólo como un grupo de “burócratas sin fronteras”, sobre todo como una rara celestina de partidos trotskistas que en medio siglo solo han aprendido a recitar un discurso contestario parándose siempre “a la izquierda” en toda asamblea, para ver pasar la revolución a su costado. Digamos a título de ejemplo, que el PRT-ERP argentino, dirigido por Santucho, tuvo que romper con la Cuarta Internacional para poder llevar adelante la práctica guevarista que le caracterizó

Conclusiones: es infructuoso y contraproducente impulsar grandes conglomeraciones internacionales “por arriba”. Haciendo una caprichosa analogía, observemos también las dificultades para el desarrollo de los novedosos “Foros” que se reúnen para discutir y encarar problemas comunes a los seres humanos. Queda cada vez más a la vista que la política de transformación revolucionaria se diluye cuando se desliza por la superestructura. La historia de la humanidad revela que los cambios se fueron dando desde abajo y sólo en determinado momento, el de la insurrección o del asalto al poder, se proyecta todo hacia la superestructura. De pronto vemos que en realidad cuando una revolución “estalla”, realmente es porque ya se hizo; la cruda realidad de la historia, además, indica que la revolución siempre sorprende a los revolucionarios. Justamente, el talento revolucionario es prepararse para la sorpresa.

Pero respecto a la disparatada propuesta de Chávez, digamos que las consecuencias trágicamente dolorosas de la práctica de la Tercera Internacional, su sujeción a las necesidades de la URSS, enseña que no se puede ni pensar en un organismo mundial en el que compartan espacios de lucha los movimientos revolucionarios en el llano, con los gobiernos de un Estado. Un Estado, cualquiera fuere, capitalista o socialista, obedece objetivamente a políticas e intereses de Estado y estas políticas, no sólo suelen no estar acordes con las políticas de los movimientos en el llano, sino que , la mas de las veces se contradicen.

Tenemos la trágica experiencia de la URSS y China y la amarga experiencia de Cuba. Un Gobierno de un Estado se debe al Estado.

Por último, a ver si alguien tiene a mano la forma de informarle a Chávez que el socialismo marxista desarrollado, implica la disolución del Estado. El comunismo sólo será realidad como movimiento social, con la disolución del Estado.

Y no es sólo que yo me he hecho anarquista a la madurez, (o a la vejez, como dicen algunas por ahí) sino de que este siempre fue el punto común entre Marx y el anarquismo.


¿Una Quinta Internacional bolivariana?; por Luis Mattini


Partimos del hecho indiscutido de que las guerras de la Independencia en América significaron la constitución de los Estados Nacionales afirmando el desarrollo capitalista en este continente. Eso quiere decir que, desde el punto de vista del mito del progreso, se suponía que frente al “atraso” de las sociedades americanas, los llamados patriotas fueron los representantes del “progreso” de origen europeo de aquella época. Pero claro ese también es nuestro punto de vista… digo el que aprendimos nosotros, los criollos, o sea los descendientes de no americanos nacidos en América. ¿Se nos ocurrió pensar alguna vez que podría haber otro punto de vista, además del de los colonialistas españoles?
Me atrevería decir que no. Porque me atrevo a decir que nunca nos lo fue planteado por nuestro sistema educativo, ni la línea liberal ni la línea revisionista. Nunca se lo escuché a mi maestra sarmientista, pero tampoco a Hugo Wast ni a sus sucedáneos “de izquierda”, como Hernández Arregui o Galazzo. ... Leer más ....

domingo, 21 de febrero de 2010

¿Votaría Usted por Hitler?


por Rubén Kotler / Ilustración: José María Rodríguez Arias


El martes 16 de febrero dio comienzo el juicio por la mega causa del Centro Clandestino de Detención y Torturas, la ex Jefatura de Policía de Tucumán, en el corazón del Noroeste Argentino. Los primeros tres días de sesiones dejaron muchas impresiones y se han convertido en la antesala de los meses por venir. Se calcula que el proceso abierto a siete represores de la última dictadura militar por el secuestro y posterior desaparición de 22 personas, podría extenderse hasta el mes de junio o julio. Lo que sigue entonces es una reflexión sobre qué se está juzgando habida cuenta de la avanzada edad de la mayoría de los imputados y ante una sociedad que mayoritariamente parece querer dar vuelta la página de la historia.

La pregunta que disparará el presente artículo tiene que ver con la expresión de deseo, que parecen tener ciertos sectores ultra conservadores, que no se juzgue a los represores, alegando, entre otros motivos, su “aparente delicado estado de salud” y su "avanzada edad".
La semana que precedió al inicio del juicio se especuló que éste, podría retrasarse una vez más debido a las complicaciones de salud que aparentemente (siempre, en apariencias) sufría el represor Luciano Benjamín Ménendez. La humanidad de los represores siempre se antepone a la necesidad de las víctimas de conseguir, aunque sea un mínimo y con más de 30 años de atraso, la justicia por los crímenes cometidos por el Terrorismo estatal. Las expresiones de la calle y de ciertos foros cibernéticos son idénticas: han pasado muchos años y mejor mirar los problemas que tenemos hoy; dejen de “torturar” a los abuelitos que además están enfermos; que ya han tenido su merecido; que hay que gastar el dinero de los juicios en los problemas actuales. El listado es grande, hay quienes incluso se animan, desfachatadamente a más: son los héroes de la patria, dejen de juzgarles, merecen reconocimiento por haber limpiado este país de marxistas. Esta añoranza por la mano dura y la vuelta del ejército se expresa en determinados sectores políticos argentinos. Y no hablamos, para el caso tucumano, de los hijos de Bussi, quienes además buscan asesoramiento en materia “de seguridad” en Colombia. Hablo a nivel nacional, cómo determinados personajes piden la vuelta del servicio militar obligatorio, mandan a sus policías a las calles con aparatos capaces de picanear, piden pena de muerte y se regocijan de ver cómo en otros países el verde oliva se impone sobre la población civil. Es así como a los Bussi hay que sumarle el ex presidente Duhalde, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri; todos éstos como expresión de importantes sectores sociales que paradójicamente llaman a olvidar el pasado y dar vuelta la página de la historia sin revisión, ni juicio ni castigo, y sin embargo, viven añorando la vuelta de los tiempos oscuros en la que los uniformados, que ahora están siendo juzgados, eran los dueños de la vida y la muerte de los ciudadanos argentinos.

Esto que afirmamos aquí es perfectamente aplicable a países hermanos como Chile, donde ya hemos podido escuchar a los
seguidores del presidente electo Piñera vivar a Pinochet. Los dictadores quieren ser como Pinochet Y claro, es que los generales argentinos emulan a un Pinochet que tienen como ejemplo. Todos recordamos la pantomima del dictador chileno al bajar del avión que lo regresaba a su país desde Inglaterra, donde por algunos meses estuvo preso. Al pisar la pista del avión el dictador se levantó de la silla como si de un milagro se tratara y comenzó a caminar. Comparemos lo sucedido en Tucumán al comenzar el juicio y cualquier similitud con la realidad antes descripta es veraz. Bussi: el dictador alegaba y alega un empeoramiento en su estado de salud y una incapacidad para recordar determinados hechos. Yo he podido presenciar las exposiciones del genocida y ver su firme actitud incluso al increpar a los abogados querellantes y lejos de verle con la salud deteriorada el otrora general de las desapariciones de personas, se encuentra en perfecto estado, no le tiembla el pulso, lo mínimo que uno podría esperar de quien toma todo tipo de medicamento y al no sentirse bien representado por sus abogados defensores, él mismo “interroga” a los testigos, saltando incluso las órdenes de los jueces, quienes desde el estrado le piden moderación.

El altercado con la abogada
Mirta Mántaras es solo un ejemplo y demuestra una vez más que Bussi no solo no ha cambiado las formas, sino que sigue conservando intacto su espíritu autoritario, aquel que le llevó a comandar la provincia y asesinar a opositores políticos, o ya en “democracia” (valen las comillas) cuando recibió en casa de gobierno a funcionarios con un revólver en su escritorio. En el caso de Menéndez también habría que destacar que el represor no solo alega problemas de salud sino que desconoce a la justicia civil que lo juzga. Menéndez no ha perdido su “calidad” de militar estructurado, cuadrado, que solo responde en términos militares, recibiendo y dando órdenes. Es el único de los acusados en el juicio de la ex Jefatura de Policía que pidió estar aislado de la sala, siguiendo las instancias del debate en un cubículo de dos por dos acompañado de sus abogados defensores. Si no hubiera tenido la posibilidad de ver a Menéndez en persona, conversando tranquilamente con su defensor, pensaría que al genocida efectivamente le queda poco hilo en el carrete, sin embargo ni la supuesta neumonía ni la actuación de su salida del tribunal por una supuesta descompensación son creíbles. Aquí, la escuela de teatro pinochetista ha sido muy efectiva y los “generales” argentinos han aprendido de su maestro en el don de la actuación. Enferman cuando quieren, pero no les tiembla la voz para amedrentar, incluso dentro de la sala del juzgado, ni le tiemblan las manos para señalar con sus índices, a los que ellos consideran “el enemigo”.

Los delitos de lesa humanidad no prescriben
Es cierto que han pasado más de 30 años desde que los últimos militares que asaltaron el poder en Argentina dieran comienzo al Plan sistemático de exterminio. Es cierto que algunos de los
degenerales que llevaron a cabo el “genocidio” están viejos y enfermos, algunos incluso más cerca de la muerte. Es cierto que algunos cobardes manifiestan su propia cobardía de enfrentar a un tribunal civil llorando. Pero no es menos cierto que los delitos cometidos por el Estado terrorista no prescriben, así hayan pasado 40 años o más, el ejemplo de Nüremberg debe primar. Muchos pueden preguntarse qué sentido tiene el juzgar a estos tipos cuando están en el epílogo de sus vidas. La respuesta es simple: estos juicios y los que deberían juzgar a los cuadros medios e inferiores, deben ser “aleccionadores”, deben servir de basamento moral y ético para establecer cuál es el límite dentro del cual un ser humano cualquiera y en especial aquellos que ejercen el poder del Estado, pueden actuar.
Decía Marx que la historia se repetía una vez como tragedia y luego como farsa. Por un lado ya hemos tenido en la historia argentina momentos de tragedias y de farsas. Por otro debemos comprender que la actual crisis que se abate sobre el país, es una crisis cuyos orígenes hay que buscarlos en el modelo económico y social que vino a implementar a sangre y fuego los dictadores que ahora se sientan en el banquillo de los acusados: EL CAPITALISMO EN SU FASE MÁS SALVAJE. Mirta Mántaras
lo explicó con solvencia durante su testificación. El golpe del ’76 estuvo perfectamente planificado y el proyecto de su ejecución fue controlado y avalado por el mismísimo Departamento de Estado en Estados Unidos. Ese modelo impuesto a sangre y fuego, de manera ilegal e ilegítima, creando miles y miles de excluidos e indigentes que viven en la miseria más absoluta, es el que hoy prima en nuestro país.

Porque todo tiene un origen y las políticas criminales de los genocidas tuvieron su corolario en la crisis estructural que vive desde entonces Argentina. De Alfonsín a la fecha, los presidentes elegidos en las urnas no hicieron otra cosa que cumplir a pie juntillas el plan económico y social impuesto en aquellos oscuros años 70. Una generación entera fue desaparecida entonces, otras generaciones han sido postergadas tras el retiro a los cuarteles de los dictadores. Si no comprendemos esta ecuación entonces seguiremos postrados en la crisis eterna creyendo que lo sucedido durante el genocidio nada tiene que ver con nosotros.


De Hitler a Bussi, pasando por Pinochet

Conviene recordarlo una vez más. Un día después de las elecciones presidenciales chilenas, los seguidores del presidente electo, Piñera, vivaban a Pinochet y le ofrendaban el triunfo electoral al dictador fallecido. Entre estas manifestaciones y los comentarios que uno puede leer en los periódicos locales de Tucumán, vivando a los genocidas y dándoles fuerza en momentos en que se desarrolla el juicio por los delitos de lesa humanidad, uno reflexiona sobre qué hemos aprendido de nuestra historia. En todo caso estas expresiones son el fiel reflejo del valor que “las democracias occidentales” pueden tener y lo poco que valen ciertos valores morales y éticos, lo poco que importa el pasado y en todo caso una justificación de los medios a costa de determinados fines. Sin embargo creo que parte de la población que viva a los Bussi, a los Menéndez o a los Pinochet, desconoce el horror de los Centros Clandestinos de Detención, no comprende que el Arsenal Miguel de Azcuénaga pudo haber sido el Auschwitz tucumano, como lo expresan algunos abogados defensores de los DDHH, como Laura Figueroa. A una población convencida del valor de las dictaduras y los genocidios difícilmente pueda uno tratar de explicarle lo sucedido. Sin embargo, estimo, que gran parte de los apoyos que reciben los dictadores hoy, tienen que ver con el desconocimiento de la historia reciente de nuestros países. Creo que más allá del fascismo residual que queda en nuestras sociedades existe un núcleo importante de población que ignora la magnitud de los genocidios latinoamericanos. A éstos últimos uno debería hacerle la siguiente pregunta: ¿Votaría Usted por Hitler?


Es que tampoco imaginan un Hitler anciano, actuando para las cámaras de TV, haciéndose pasar por enfermo, con cara de abuelito que da de comer a las palomas un domingo en la tarde en la Plaza de Mayo. Y no lo imaginan porque esa imagen no existe. La vejez entonces puede generar efectos contrarios, sobre todo cuando iconográficamente se la muestra con los achaques propios del paso del tiempo. Y esto fue lo que he discutido con algunos militantes tucumanos acerca de una muestra fotográfica que mostraba imágenes del primer juicio a los dictadores llevado a cabo en 2008. En la muestra las fotos "más conmovedoras" no parecían ser la de los familiares de las víctimas con sus fotos en la mano, sino la imagen de Bussi con un tubo de oxígeno postrado en una silla de rueda, foto que “enternece” a quien no sabe que detrás de ese “viejito lloroso” se esconde el Hitler tucumano. Aquel que en nombre de la civilización occidental y cristiana asesinaba a los detenidos políticos a punta de pistola en los campos de concentración a su cargo.

Bussi es Hitler
, solo que nuestro Hitler criollo ha envejecido y a quienes desconocen la historia causa piedad. En eso reside la propaganda que los hijos del general apuestan. Veamos lo que dice su hijo mayor, José Luis Bussi: "Antonio Bussi es un hombre de 84 años; dio lonjas de su vida por los tucumanos y tiene las ñañas de cualquier persona a esa edad”. Acto seguido el hijo de B. recalcó que su padre es un preso político. Habría que explicarle a Bussi (H) que su padre es un preso VIP y que presos políticos eran los detenidos desaparecidos que fueron secuestrados ilegalmente sin garantías algunas, garantías de las que goza su padre cuando incluso, al momento de declarar, puede evadir “el banco de los acusados”. ¿Qué clase de preso político cumple condena en un Country? ¿Los desaparecidos por su padre? La respuesta es obvia.


Insistimos entonces en confundir la imagen de Hitler con la de Bussi, de la misma manera que la podríamos confundir con la de Menéndez, la de Videla y con la de tantos genocidas que en la fecha están siendo juzgados en los tribunales. Lejos de toda piedad, si Hitler viviera y lo encontráramos en una plaza dando de comer a las palomas, no dudaríamos ni un instante en exigir a Nüremberg que siente en el banco de los acusados al genocida. Detrás de los 84 años de Bussi, y amén de los triunfos electorales, existe una necesidad moral y ética de juzgar y sentenciar al criminal. En lo personal, y aún cuando verdaderamente Bussi o Menéndez estuvieran enfermos, cuestión que insisto, me generan dudas, no sentiría la mínima piedad por ellos. No son venerables ancianos: SON GENOCIDAS. Y esto es lo que hay que explicarle a esa sociedad que lo ignora. El hecho que haya ganado todas las contiendas electorales en las que participó no le condona los crímenes de lesa humanidad cometidos. En este sentido no estoy de acuerdo con aquello que los pueblos no se equivocan y ante la ignorancia que conduce a votar por un genocida, el papel de los historiadores y educadores por explicar quién es quién y qué hizo cada actor social es importante. Insisto en la pregunta sobre las opciones electorales de un Hitler. Y vuelvo una vez más a recalcar la necesidad de explicar a nuestras sociedades la historia y darles a conocer sin miedos ni prejuicios lo sucedido. Aunque nos vaya la vida en esto. Pues la dignidad de las generaciones futuras y la construcción de otro modelo social justo y equitativo solo puede erigirse sobre los basamentos de los dos principios que las organizaciones de derechos humanos han levantado como bandera históricamente: la Verdad y la Justicia. De lo contrario volveremos a repetir nuestra historia como tragedia una vez más y nos lamentaremos de no haber juzgado, por lo menos, a los máximos responsables del genocidio.
Fuente: DE IGUAL A IGUAL

martes, 9 de febrero de 2010

Emblemático juicio en Villarrica antes de la elección presidencial - caso Elena Varela desnuda la democracia chilena

por Lucía Sepúlveda Ruiz

El próximo ocho de enero – sólo nueve días antes que los chilenos elijan Presidente a Eduardo Frei o a Sebastián Piñera - se iniciará en la sureña ciudad de Villarrica, a una hora de Temuco, el juicio oral a la cineasta Elena Varela. Se trata de una causa emblemática para la libertad de expresión y los derechos humanos, iniciada en mayo de 2008 por el ministerio público, bajo el gobierno de Michelle Bachelet. La documentalista que aboga por los derechos del pueblo mapuche sufrió tortura, fue sentenciada por los medios como terrorista y enviada a prisión en una cárcel de alta seguridad, seguida por reclusión nocturna. Su material fílmico fue secuestrado junto a su libertad de desplazamiento, por ya casi tres años. En plena zona del conflicto mapuche/Estado chileno/forestales, la elección de los jueces – en este caso, elección de sentencia- tendrá como resultado la defensa irrestricta de la libertad de expresión con la libertad de la imputada, o su condena, mediada por la variante que adopte el tribunal considerando los 15 años de prisión solicitados por el ministerio público y sellando un proceso similar a los realizados en dictadura.

El juicio en Villarrica (a unos 780 km al sur de Santiago y distante alrededor de una hora de Temuco, capital de la Región de la Araucanía) se convertirá así en un espejo de las carencias de la antidemocracia en Chile, donde los luchadores sociales y defensores de los derechos de los pueblos indígenas a menudo son detenidos sin respetarse las normas del debido proceso, utilizándose la prisión preventiva y/o la tortura como un mecanismo de control del avance de la movilización social y leyes heredadas de la dictadura. El caso de Elena Varela ejemplifica asimismo las dos caras del gobierno de la Presidenta Bachelet, que por una parte premia a la artista con el FONDART 2007, el más importante concurso de fondos públicos para el cine, para el documental“Newen Mapu, mapuche, la Fuerza de la Tierra” - y por otra, la encarcela y requisa sus entrevistas a líderes de las luchas recientes por recuperación de la tierra ancestral.

En Villarrica, defendida por un reputado equipo jurídico que encabeza el ex juez Juan Guzmán, flanqueada por observadores internacionales y una red de comunicadores, organizaciones feministas, indígenas, artistas y luchadores por los derechos humanos, Varela enfrentará cargos de asociación ilícita, robo con homicidio (2005) y robo con violencia (2004). La fiscalía pide quince años de prisión para la detenida por “planear estos delitos, reclutar gente y refugiar a los delincuentes después de acaecidos los hechos”. La acusación se basa en la breve vinculación sentimental que la realizadora tuvo en 2004 con “Leonardo Civitarese” a quien el fiscal Servando Pérez Jordán identifica como Juan Moreno Venegas, jefe del autodenominado MIR/Ejército Guerrillero del Pueblo, una división del MIR formada en los ´90. Moreno no ha sido habido y tampoco el único detenido por los hechos, Cristián San Martín, que se fugó de la cárcel de Temuco en 2006. Para otros dos chilenos co-imputados detenidos en la misma fecha que la documentalista, el fiscal Servando Jordán pide veinte años de prisión.

Elena ¿cómo se siente al acercarse finalmente el juicio oral?

“Tengo toda la fuerza y la convicción de que finalmente toda la verdad saldrá a la luz pública nacional e internacional, y se verá que nada tengo que ver con los asaltos. Este es un juicio político en el que a través de una investigación muy burda se me quiere inculpar. Hay una paranoia del Estado que busca aplacar con montajes los movimientos sociales. Estoy recogiendo lo que sembró la dictadura. Esto es un escarmiento, una manera de matar el monstruo de la guerrilla, del mirismo, de la lucha. Buscan neutralizar a gente de izquierda que está vinculada al movimiento mapuche y lucha contra el sistema, como yo. Pero mi lucha es principalmente artística y cultural. Ser documentalista significa contarle al mundo las injusticias que se cometen contra el pueblo mapuche con el apoyo silencioso de un estado supuestamente democrático, eso es lo que yo hago. Pero el fiscal y la policía dirán que nos hacíamos pasar por cineastas y éramos una célula guerrillera. Ellos insisten en construir y levantar de mí esa imagen sabiendo que mi quehacer profesional para ellos ya es peligroso. Pero me siento fortalecida por la solidaridad recibida y confío en el equipo jurídico con que cuento, que es de gran nivel. Siento que lo que estoy viviendo es como poner la cara por todos, es un acto de resistencia muy grande.”

¿Cómo se plantea frente a las elecciones presidenciales?

Lamentablemente casi no he podido pensar en las elecciones. Para mí esta lucha electoral no es una lucha de un pueblo consciente. Es una puesta en escena del abanico político beneficiado después de la dictadura. Creo que las elecciones cobran sentido cuando nosotros podemos valorar la historia y desde allí proyectar nuestro camino. Allende murió luchando por esto y así también muchas personas, en busca de algo digno para sus vidas. Por eso que creo que cada día que pasa Pinochet resucita en manos del poder. Y la memoria pasa al olvido e incluso parece un pecado capitalista pensar en soñar, pensar otro mundo o siquiera recordar.

Luego tengo fe que en este juicio llegue a desenmascararse una vez más el fascismo, aunque sea a costa de nuestras vidas. Creo que es necesario que mueran los fantasmas del pasado, aquellos que fueron capaces no tan solo de desfigurar nuestro rostro sino también de succionar nuestro espíritu.”

Su historia

Elena es chilena y tiene una hija de 17 años. En los años 80 en el Pedagógico, conoció la represión junto a los que cayeron combatiendo a la dictadura, como Jecar Neghme y los hermanos Vergara. Es licenciada en música por la Universidad de Chile, intérprete en clarinete y saxofón, compositora y directora de orquesta, y Magíster en Artes mención Musicología. Formada inicialmente con los seminarios que daba ARCIS, en 2005 ya había ganado el fondo audiovisual de CORFO (2005) con “Tres Mujeres” (mapuche), juzgadas por la ley antiterrorista. En 2004 trabajó en “Miradas del Sur”, su primera experiencia con FONDART, formando jóvenes documentalistas. Como directora de Cultura en Pucón, creó la Casa de la Cultura de esa comuna promoviendo intercambios con directores de cultura de todo Chile. Siguió un pos título en Gestión Cultural (U de Chile/U Iberoamericana de España) generando un diagnóstico cultural local. Su guión para el largo metraje “Pueblo de los Niños” fue premiado en el Festival de La Habana. En 2006 creó la Orquesta Infantil Intercultural (con niños mapuche) de Panguipulli, que dirigió por tres años.

Ahora habla desde el sur, pero ha pasado la Navidad con su familia en Santiago, y dejó a su hija América con los abuelos, preservándola de la ansiedad de los días previos al juicio.

¿Qué han significado estos dos años y ocho meses de represión?

“Ha sido difícil, mi sentimiento es de una opresión grande…Han sido capaces de mantenerme en una situación de destrucción total de mi vida, mi hija, mi familia. Quisieron cortarme las alas y reducirme por mi condición de mujer. Consideran mis acusadores que como mujer no fui independiente para pensar y si estaba con un hombre tenía que pensar exactamente igual que él. Eso es algo muy tortuoso y denigrante, así lo han interpretado organizaciones feministas que me acompañarán también en el juicio. En esta experiencia dura, lo positivo es que prevalece el amor, la solidaridad, y toda la gente que me apoya. Hace unos días tuve una reunión con diplomáticos de diversas naciones europeas que recorrieron la región para interiorizarse en terreno de lo que sucede en territorio mapuche. Este encuentro lo organizó Fernando Lira, presidente de la organización Liberar y fue excelente que ellos pudieran conocer los detalles del montaje judicial que se ha organizado en mi contra. Me dieron todo su apoyo.”

¿Qué pasó con “Newen Mapuche”?

“Hemos logrado concretar la producción. Pudimos reconstruir la historia y sus relatos e incluso rodearlos de mi historia como documentalista. Ahora comenzamos el montaje, pero antes, esperamos el juicio; quiero tener justicia, dignidad y libertad para seguir adelante por el derecho a crear y pensar distinto. Por la libertad de expresión y de tener la esperanza de una humanidad más justa. Luego podremos terminar esta película.

Los jueces

El tribunal oral será presidido por el juez Jorge González Salazar, e integrado por los magistrados Oscar Viñuela Aller y Alejandra Rosas. Sólo la jueza es de Villarrica; los dos magistrados vendrán desde Temuco, la capital regional. Las dos juezas de Villarrica se inhabilitaron por haber juzgado ya el robo a la sucursal del Banco de Estado (2004) ocurrido en la vecina localidad de Loncoche. El juez González se ha ganado una reputación antimapuche por su desempeño en juicios cuestionados por organismos de derechos humanos e indígenas. El presidió el tribunal que en 2003 juzgó por segunda vez –a pedido de la Corte Suprema – a los lonkos Aniceto Norín y Pascual Pichún, absueltos en un primer juicio, y los condenó a cinco años por “amenazas terroristas” al latifundista y político Juan Agustín Figueroa. Redactó asimismo en 2007 una de las sentencias condenatorias a la lonko Juana Calfunao, pero la absolvió de algunas de las acusaciones.

Además de Elena Varela, serán juzgados por este tribunal el artesano Kenny Sánchez –comerciante, ex preso político mirista en dictadura, retornado desde Suecia en 1988, padre de cinco hijos y hoy militante socialista- y el ex supervisor forestal Sergio Reyes. Ellos llevan más de dos años en prisión efectiva y enfrentan posibles condenas a veinte años de cárcel. Kenny Sánchez pertenece a una familia histórica de la combativa población La Victoria de Santiago, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda una de las áreas que contribuyó para que el Partido Comunista lograra por primera vez en democracia, contar con representación parlamentaria.

Los testigos

Con más de 150 testigos, el juicio podría extenderse por casi una semana en el caldeado ambiente preelectoral de un país visitado por decenas de corresponsales extranjeros. Villarrica es una ciudad cuyo entorno privilegiado, unido a la feria artesanal mapuche, atrae a miles de visitantes cada verano.

El renombrado documentalista argentino Fernando Birri asistirá al juicio junto a dirigentes de la DOCA y la ADOC, entidades que agrupan a los documentalistas argentinos y chilenos, respectivamente.

Entre los 30 testigos a favor de la documentalista están los directores Ignacio Agüero (“El Diario de Agustin”), Dauno Tótoro (“El Despojo”), Francisco Gedda (“Sur del Mundo”, “Frutos del País”), e integrantes de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

El fiscal perseguidor tendrá entre sus testigos principales a los detectives de la Policía de Investigaciones PDI Carlos Sanhueza, Sergio Solar y Joaquín Solar que trabajaron con asesoría de la Agencia Nacional de Inteligencia ANI. Pieza clave es doña Andrea Muñoz Gaete (39 años) testigo protegida del Ministerio Público desde 2005 y viuda de Alfredo Hermosilla, un miembro de ese grupo muerto en el asalto en que participaba en Machalí. Ella nunca fue formalizada. La mujer posibilitó el operativo de seguimiento, control y detención de los acusados. La policía obtuvo su colaboración después de la muerte de su marido que era auxiliar en el Hospital de Temuco. El jefe del grupo, Moreno Venegas (“Leonardo Civitarese” para Elena) solía alojar en casa de los Hermosilla-Muñoz. Andrea Muñoz -también de oficio paramédica - proveía de medicamentos a Moreno. Ella declarará que su marido le dio a conocer los otros integrantes. Su confesión sobre el nacimiento, accionar y objetivos del MIR/EGP y su relación con la policía, permiten encuadrarla como colaboradora eficaz y/o infiltrada de la ANI en el citado grupo, entre 2005 y 2008. Según la mujer, Cristián San Martín Morales, quien se fugó el 2006 de la Cárcel de Temuco, después de dos años de detención por el robo con violencia en Loncoche, había participado en 2002 en Sao Paulo en el secuestro del publicista brasileño Olivetto, junto al ex miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez Mauricio Hernández Norambuena y otros chilenos todavía presos en Brasil. La fiscalía deduce mágicamente sólo de esa declaración, que el grupo era una alianza Frente Patriótico Manuel Rodríguez/MIR, organizada para financiar la defensa jurídica del ex frentista Hernández Norambuena,

Elena no sabía inicialmente quién la estaba inculpando. “El fiscal me habló en mayo de un testigo, pero yo sólo accedí a su nombre y su foto de carnet meses después.” La viuda de Hermosilla y la realizadora se conocieron en 2004, cuando “Leonardo” (Juan Moreno) llevó a Elena a casa de ésta para un examen médico.

Dinero y la ANI

Cuantiosos recursos fiscales invirtió la PDI en los 4 años de investigación, para convencer a los jueces que en 2004-2008, Elena Varela integró junto a su pareja y otros, la organización Ejército Guerrillero del Pueblo Patria Libre planificando el robo a la Sucursal del Banco de Estado en Loncoche (20 de diciembre de 2004) y un robo con homicidio en las oficinas del INP de Machalí (10 de junio de 2005).

Elena se convirtió de cineasta en protagonista de este montaje por obra y gracia de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), que preside el abogado socialista Gustavo Villalobos. La ANI es sucesora de la Dirección de Seguridad Pública y de la “Oficina” (1991), que dirigía entonces el hoy parlamentario Marcelo Schilling. Al inicio de la transición democrática chilena, la Oficina reclutó como colaboradores a algunos prisioneros políticos y ex militantes de grupos de la izquierda revolucionaria, para desmantelar e infiltrar a esas organizaciones. En esa época se creó la primera Cárcel de Alta Seguridad y se aprobó la Ley de Delación Compensada. El uso de la tortura y de la presión a familiares de perseguidos – métodos heredados de la CNI- fueron parte del accionar de la Oficina y la defensa de los imputados sostendrá que eso continúa hoy.

En 2004 y 2008, la realizadora puede demostrar que trabajó sin parar con su productora Ojo Films, en documentales financiados con fondos públicos concursables. El proyecto con el que ganó el 2006 el Fondo Audiovisual CORFO desentierra la historia de la localidad de Neltume (comuna de Panguipulli) antes y después del golpe militar. Todas las pruebas que presentará el fiscal han sido desbaratadas por la defensa, que desmiente el carácter atribuido a las llamadas telefónicas y contactos de la documentalista. Todos los materiales requisados en el allanamiento tenían relación con la producción de los documentales citados. La fiscalía no logró un nuevo aplazamiento del juicio y el equipo jurídico de defensa se encuentra debidamente preparado. Han confirmado asistencia al juicio observadores del parlamento europeo y de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas donde compareció Elena en septiembre de 2009 para denunciar su caso.

La elección que hagan los jueces antes del 17 de enero no será sólo un tema nacional

- Lucía Sepúlveda Ruiz