jueves, 15 de enero de 2009

Confesiones de un soldado israeli


Comienzan a surgir en la sociedad israelí las primeras voces contra la guerra. El domingo, una marcha en Tel Aviv para pedir el final de los bombardeos en Gaza y el Líbano. Hoy, una noticia que conmocionó a la opinión pública: el sargento Itzik Shabbat anunció que se negaba a participar en la ofensiva contra Beirut, "Lo hago para oponerme a esta locura y para romper con la ilusión de que todos estamos a favor de esta guerra innecesaria basada en mentiras", afirmó este joven reservista de 28 años que vive en Sderot, ciudad próxima a Gaza en la que suelen caer los misiles Qassam de Hamás.

Se acerca la hora del regreso a Gaza. Apuro las últimas entrevistas en Jerusalén. En un café de Jaffa Road, me encuentro con Yehuda Shaul, fundador de la ONG Breaking the Silence (Rompiendo el silencio).


"Todo es una locura: la ocupación, la forma inhumana en que tratamos a los palestinos", me dice. "En Israel entras al ejército con 18 años porque quieres luchar contra el enemigo de tu país, porque quieres dejar tu marca en la historia, y haces lo que te dicen, sin pensar. Y allí todo te ayuda para que no pienses. Misiones que cumplir, órdenes que seguir".


"Y no ves a los palestinos como seres humanos, los ves como animales. Entras a su casa durante la noche, los despiertas, les gritas, las mujeres allí, los hombres allí, y rompes todo. Son cosas que no harías aquí en Israel, pero las haces allí. Y, para poder hacerlo, niegas la realidad. Es la única forma. Creas entre tú y la realidad un muro de silencio".


"Te pongo otro ejemplo: si encuentras en la noche un paquete sospechoso que puede ser una bomba, llamas al primer mohamed que encuentras en la calle y le dices que lo abra. Podrías llamar a un experto que lo desactivase, tardaría diez minutos en venir, pero mejor hacer que un palestino se juegue la vida, ya que para ti es lo mismo, no lo ves como un ser humano. Yo hacía eso con mis soldados en Hebrón".

"Y también en Nablus, cuando quería entrar a una casa, si pensaba que podía haber una bomba trampa, cogía al mohamed de turno y lo obligaba a que abriera la puerta. Es parte de la rutina del ejército: usar a los palestinos como escudos humanos".


"Lo mismo cuando estás en un check point, los obligas esperar mucho más de los necesario, a veces durante horas, y coges a un palestino al azar y le das una paliza, de cada quince o veinte que pasan, para que el resto tenga miedo y esté tranquilo. Sólo así, tú que estás con cuatro soldados más los dominas a ellos que son miles".

"Y cuando entras a Gaza con el carro de combate y ves un coche nuevo, aunque tengas espacio en la carretera, pasas por encima. Y también disparas a los tanques de agua. Para meterles miedo, para que te respeten, porque esa es la lógica de lo que nos enseñan a los soldados israelíes".


"Además, eres joven y empiezas a disfrutar de ese poder, de que la gente haga todo lo que les digas. Es como un video juego. Estás en un check point en medio de la ruta, tienes a veinte coches esperando, y con sólo mover el dedo hacen lo que tú quieras. Juegas con ellos. Los haces avanzar, retroceder. Los vuelves locos. Tienes 18 años y te sientes poderoso".

"Tres meses antes de abandonar el ejército, dirigía una unidad en Hebrón, había hecho una buena carrera, así que tenía tiempo libre. Una mañana me miré ante el espejo y comprendí que todo aquello era un error y supe que no podría seguir adelante con mi vida si no hacía algo. Por eso, apenas salí, junto a los soldados de mi unidad, montamos una exposición con nuestras fotos, se llamaba Traer Hebrón a Tel Aviv".


"Cayó como una bomba en la sociedad. Vinieron parlamentarios, periodistas. Pasaron siete mil personas. Entonces creamos Breaking the silence, donde damos espacio para que los soldados cuenten los abusos que cometen sistemáticamente. Más de 350 lo han hecho. Ahora tenemos exposiciones y vídeos en Europa, en Israel".

"Alguna gente dice que son casos aislados. Las madres dicen: mi hijo, que está ahora en el ejército es bueno, no hace estas cosas, esto sólo lo hacen los soldados beduinos o los etíopes. Pero no es cierto. Todos las hacemos, porque es la lógica de la ocupación israelí: aterrorizar a los palestinos".

"Los check points no sirven para detener a los palestinos de entrar a Israel, es para que la realidad no entre a Israel. Porque esta es una sociedad de soldados, todos pasamos por el ejército tres años cuando somos jóvenes y luego un mes al año. Y todos hacemos eso. Por eso existe el muro de silencio, de negación, porque todos somos responsables y no lo queremos admitir".

"Ellos son las víctimas, nosotros los victimarios. Pero como victimarios, también pagamos un precio. Esta es una sociedad que no se anima a mirar a los ojos a la verdad, a sus propios actos. Es una sociedad, como consecuencia, moralmente enferma".



MÁXIMA DIFUSIÓN POR FAVOR.....

domingo, 11 de enero de 2009

“OTRO MUNDO, OTRO CAMINO, ABAJO Y A LA IZQUIERDA” SON POSIBLES



Una rabia creativa

No me es posible recoger en este artículo todo lo escuchado, sentido y vivido a lo largo de unos días en los que pudimos compartir una experiencia inolvidable, al menos para gente que, como era mi caso, por primera vez acudía a territorio zapatista. Por eso ésta es sólo una crónica general y breve, a la espera de tener màs tiempo para poder asimilar y extraer enseñanzas útiles también para la izquierda anticapitalista europea que ahora está reemergiendo y le queda mucho por aprender del zapatismo. Adelantemos ya que lo que el Llamamiento del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN de septiembre pasado anunciaba convocando a este Festival (“Hay una rabia creativa. Una rabia que pinta todos los colores de los caminos de abajo y a la izquierda en los cinco continentes”) se ha manifestado con creces durante este tránsito del 2008 al 2009. Los “compañeroas” zapatistas tuvieron el acierto de tomar esta iniciativa justamente poco antes de que estallara en toda su profundidad la crisis sistémica del capitalismo a la que estamos asistiendo y de que irrumpieran nuevas explosiones de digna rabia como la revuelta popular en Grecia, expuesta con calor por la delegación procedente de ese país, convencida de que seguirá adelante pese a la criminalización policial y mediática que está sufriendo.


Por eso este Festival se convirtió en el primer espacio común de reflexión y búsqueda de otros caminos de esperanza en esta nueva etapa no sólo para las muy diversas luchas de la geografía mexicana sino también para las que recorren todo el planeta. Alrededor de 228 colectivos, procedentes de la casi totalidad de estados de México, màs varios centenares de personas de 25 países, junto con 90 grupos de música y cuentacuentos y muchos observadores, pudieron encontrarse, conversar y divertirse; a lo que habría que sumar los muchos puestos de venta de productos de la tan rica en imaginación y colorido artesanía indígena, parte de ellos fabricada en cooperativas zapatistas. Si en la ciudad de México las principales mesas redondas giraron en torno a “Las Cuatro Ruedas del Capitalismo: Explotación, Despojo, Represión y Desprecio” (en donde participaron, junto a muy diversas organizaciones de trabajadores y de mujeres, sensibilidades diversas como las que, además de las originarias y mestizas rebeldes, pueden representar John Holloway y Olivier Besancenot o el feminismo antihegemónico de Mercedes Olivera) y reunieron ya un elevado número de gente, las celebradas en San Cristóbal de las Casas, juntaron más todavía. Estas últimas comenzaron con una presentación del EZLN en la que insistió en que “no venimos a competir ni a ver quién es màs revolucionario” sino que “estamos aquí para conocernos, escucharnos” y contarnos “cómo luchamos”. Hubo luego intervenciones de portavoces de diferentes organizaciones políticas y sociales miembros de La Otra Campaña y de La Sexta Internacional y solidarias con el zapatismo (entre ellas la CGT del Estado español), siguieron con intelectuales (Pablo González Casanova, Luis Villoro, Adolfo Gilly, Raúl Zibechi, Jean Robert, Michael Hardt, Sylvia Marcos, Sergio Rodríguez Lascano, Gustavo Esteva, Carlos A. Aguirre Rojas (2)) y miembros de diferentes organizaciones políticas y revistas (como en el caso de Joxe Iriarte “Bikila”, de Zutik, y el mío, ademàs de la sandinista Mónica Baltodano, disidente del “danielismo”, y de Pier Luigi Sullo, de “Carta” de Italia), alternaron con debates sobre “La Otra Comunicación, la Otra Cultura” (con, entre otros, El Mastuerzo, Roco, de la Maldita Vecindad, y Angel Luis Lara “El Ruso”) y “La Otra Sexualidad” (con el testimonio contra la tortura sexual de mujeres expresas de Atenco y la exposiciòn de experiencias innovadoras y subversivas de toda norma por parte de la Red Mexicana de Trabajo Sexual) y tuvieron su centro en la mesa en la que participaron portavoces de organizaciones indígenas y campesinas no sólo de México sino también de otras partes de América. En este último apartado destacaron el protagonismo del Congreso Nacional Indígena (con Juan Chávez y Carlos González, entre otros), intervenciones como las del veterano luchador y compañero peruano Hugo Blanco y la de Oscar Olivera, portavoz de la Coordinadora de Defensa del Agua y el Gas de Bolivia, o las que denunciaban situaciones de injusticia “invisibles” para el gran público como la de los mapuches en Chile y Argentina, descrita por América Millaray, o la que hizo el presidente del Sindicato de Trabajadores Agrícolas Fronterizos en Estados Unidos Carlos Marentes sobre la “zona 0 de la migración mundial”. En la mayoría de las sesiones las intervenciones del Subcomandante Insurgente Marcos, del Teniente Coronel Insurgente Moisés y de la Comandanta Insurgenta Hortensia (describiendo esos Siete Vientos que aportaban siempre nuevas miradas y nuevos cuentos, a los que se sumaron los de las niñas Lupita y Toñita), fueron seguidas con la mayor atención dentro de un Auditorio que, pese a caber en él 1.300 personas, quedó pequeño para las más de 2.000 que acudieron a la Universidad de la Tierra del CIDECI (Centro Indígena DE Capacitación Integral), el lugar entrañable, de clara inspiración illichiana y plenamente autónomo, en donde se celebraba el Encuentro, que además fue transmitido simultáneamente por internet (se puede consultar en http://dignarabia.ezln.org.mx ).


Los “Siete Vientos” y Palestina


Los “Siete Vientos en los calendarios y geografías de abajo” constituyeron un recorrido por las diferentes formas que están tomando las nuevas expresiones de rebeldía que están surgiendo frente a la crisis global. Si el primer viento describía “una digna juventud rabiosa”, el segundo se refería a “un digno y rabioso empeño” (con la crítica a la clase política mexicana, desde Calderón hasta López Obrador, y a los sindicatos “charros” como centro y sin olvidar la denuncia del poder creciente de los clanes del narcotráfico), el tercero, a “un digno y rabioso color de la tierra” (el de los pueblos originarios de Mesoamérica), el cuarto, a “una digna rabia organizada” (con la experiencia de los 5 Caracoles como experimento permanente de la voluntad de “mandar obedeciendo”), el quinto, a “una digna y femenina rabia” (sobre la lucha de las mujeres zapatistas), el sexto, a “otra digna rabia” (abordando sin tapujos los problemas y también los avances en la lucha por la libertad sexual dentro del zapatismo) y el séptimo y último, a “unos muertos dignos y rabiosos”, en el que el EZLN expresó, entre otras cosas, tanto su voluntad de superar tentaciones de vocación hegemónica que pudo tener en el pasado como su preocupación por cuál será el rumbo y el destino del movimiento de la digna rabia, no por quién va a dirigirlo. Cabe destacar también, junto a todo esto y màs que no cabe contar ahora en este artículo, la firme denuncia que hizo el EZLN, en boca del “Sup”, de lo que está ocurriendo en Gaza, en donde “hay un ejército profesional asesinando a una población indefensa ¿Quién que es abajo y a la izquierda puede permanecer callado? (...) El gobierno de Israel declarará que le propinó un severo golpe al terrorismo, le ocultará a su pueblo la magnitud de la masacre, los grandes productores de armamento habrán obtenido un respiro económico para afrontar la crisis y ‘la opinión pública mundial’, ese ente maleable y siempre a modo, volteará a mirar a otro lado. Pero no sólo. También va a pasar que el pueblo palestino va a resistir y a sobrevivir y a seguir luchando, y a seguir teniendo la simpatía de abajo por su causa. Y, tl vez, un niño o una niña de Gaza sobrevivan también. Tal vez crezcan y, con ellos, el coraje, la indignación, la rabia. Tal vez se hagan soldados o milicianos de alguno de los grupos que luchan en Palestina. Tal vez se enfrente combatiendo a Israel. Tal vez lo haga disparando un fusil. Tal vez inmolándose con un cinturón de cartuchos de dinamita alrededor de su cintura. Y entonces, allà arriba, escribirán sobre la naturaleza violenta de los palestinos y harán declaraciones condenando esa violencia y se volverá a discutir si sionismo o antisemitismo. Y entonces nadie preguntará quién sembró lo que se cosecha”.


Pero, como ya indicaba al principio del artículo, no puedo dejar de mencionar la participación tan masiva que ha tenido la celebración del fin de año en el Caracol de Oventic, junto con indígenas rebeldes procedentes de los municipios autónomos y en medio de un ambiente festivo que llegó a su punto álgido con la aparición de la Comandancia General del EZLN a las 0 horas zapatistas (1 hora antes de la oficial mexicana), recibida con una ovación general y con gritos como los de “Zapata vive, la lucha sigue” que dieron paso al discurso recordando los 25 años de nacimiento del ejército insurgente y los 15 de su toma de San Cristóbal de las Casas y a los himnos mexicano y zapatista. Luego, seguiría la fiesta hasta la mañana siguiente, al menos para quienes resistieron mejor al frío y al sueño.

En resumen, un Festival que, como ocurrió en enero de 1994 cuando el grito de “Ya Basta” lanzado por el EZLN se convirtió en punto de partida del movimiento antiglobalización, se nos ha ofrecido esta vez, pese al reducido eco obtenido en los medios convencionales, como una primera oportunidad para juntar rebeldías en el inicio de esa nueva ola de revueltas y digna rabia que empieza a recorrer el planeta. Un Festival que ha demostrado también que el EZLN, los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno zapatistas, aun reconociendo sus problemas y dificultades para hacer frente a la estrategia de represión y división de los pueblos indígenas por parte del Estado mexicano, continúan resistiendo, generando confluencias y alianzas sociales nuevas y prefigurando ese otro mundo y ese otro camino que, con otra política, por abajo y a la izquierda, habrá que ir haciendo posibles en este siglo XXI.

11 de enero de 2009


NOTAS

(1) John Berger leyó una carta que envió en 1955 desde Gaza a un amigo un escritor palestino que luego, en 1972, fue asesinado por el Mossad: escuchándola, era fácil comprobar la enorme actualidad –ahora empeorada hasta el extremo- de todo lo que contaba en ella sobre las condiciones tan adversas en que vivía, ya entonces, en esa zona el pueblo palestino.

(2) El colega y amigo chileno-español Marcos Roitman, que también estaba invitado, no pudo acudir a última hora por razones de salud pero envió el texto de su intervención (“La digna rabia y la otra política”) que fue leído en el Festival y se reprodujo en el diario La Jornada, único periódico mexicano, por cierto, que dio información regular sobre el Festival. Tampoco Arundhati Roy y Walter Mignolo pudieron acudir pero ambos enviaron mensajes de apoyo, la primera con un relato de ficción que parecía describir la más cruda realidad de cómo actúan las multinacionales en su saqueo de la Tierra y de los pueblos.