lunes, 20 de abril de 2009

Cumpleaños de la OTAN

Carlos Taibo

Que la OTAN precise celebrar a bombo y platillo el sexagésimo aniversario de su fundación parece, por sí solo, señal de mala salud. Y eso que, y al menos entre nosotros, las disputas que antaño provocó la Alianza Atlántica han bajado, injustificadamente, muchos enteros. Así lo testimonia, sin ir más lejos, la apreciación que hizo suya, semanas atrás, una de las tertulianas de turno, firmemente convencida de que la presencia de militares españoles en Afganistán quedaba suficientemente fundamentada por el paraguas que ofrecía la OTAN, una instancia al parecer impoluta y de siempre entregada al respeto de la legalidad internacional y de los derechos humanos...

Es urgente, sin embargo, reabrir la discusión sobre lo que hoy significa la Alianza Atlántica. Lo primero que conviene recordar al respecto es que la OTAN configura la principal de las avanzadas militares perfilada por los países ricos. Como tal, y si así se quiere, constituye el brazo armado de un proceso nada edificante, la globalización capitalista, y contribuye poderosamente a asentar en el Norte opulento una genuina y orgullosa fortaleza. Por su singularidad guerrera --carece de competidores--, la Alianza tiene tanto peso como el que corresponde en conjunto al Fondo Monetario, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Por cierto que si todas estas instancias han escapado llamativamente al control de la ONU, obligado parece subrayar que la OTAN ha desempeñado papeles decisivos a la hora de desacreditar, también, a la máxima organización planetaria: en 1999, al cumplir medio siglo, la Alianza dejó claro que en adelante sus acciones no tendrían por qué depender de una resolución específica del Consejo de Seguridad, en lo que se antojaba un torpedo en la línea de flotación de un Derecho Internacional laboriosamente gestado durante decenios.

En un sentido próximo, la OTAN es una organización claramente supeditada al dictado que impone la Casa Blanca. Aun siendo cierto que algunos miembros de la Alianza han contestado en momentos precisos unas u otras políticas norteamericanas --así lo hicieron, por ejemplo, Francia y Alemania con ocasión de la agresión que EE.UU. preparaba en Iraq en

2003--, la OTAN como tal a duras penas ha servido de cauce para la expresión de tales disensiones. Antes bien, la Alianza ha refrendado puntillosamente todos los criterios defendidos por Estados Unidos, lo cual no ha sido óbice para que éste se sirviese de ella a capricho según las circunstancias. Washington rehuyó la colaboración de la OTAN en el mentado Iraq, pero bien que la recabó, en cambio, en Afganistán. Es evidente, de cualquier modo, y en paralelo, que la Alianza ha sido un elemento decisivo a la hora de cancelar cualquier proyecto de independencia del lado de la Unión Europea.

El derrotero reciente de la OTAN se ha visto marcado, en otro terreno, por tres procesos de interés. El primero es una generosa expansión del área de sus acciones militares, no sometida hoy a restricción alguna, y ello por mucho que pueda apreciarse una concentración de intereses en una región, el Oriente Próximo, geoestratégica y geoeconómicamente vital. El segundo lo aporta una activa presión sobre Rusia, encaminada a obstaculizar el renacimiento, en el oriente europeo, de un gigante contestatario; en este sentido, y de nuevo, ningún dato permite afirmar que la Alianza Atlántica ha servido de freno a una creciente agresividad norteamericana plasmada, por ejemplo, en escudos antimisiles y bases militares que apuntalan un proyecto orientado a disputarle a Moscú una atávica zona de influencia. Agreguemos, en suma, que las presiones de la OTAN mucho tienen que ver con el crecimiento del gasto militar en todo el planeta; quienes, hace tres lustros, se atrevían a sugerir que la Alianza era un venturoso estímulo para las conversaciones de control de armamentos han tenido que plegar velas.

No puede faltar en nuestras consideraciones, en fin, el recordatorio de que, rematada la 'guerra fría' y necesitada la OTAN de nuevas fuentes de legitimación, al cabo encontró la mayor de éstas en el intervencionismo autodenominado humanitario. No hay que ser muy sagaz para concluir que este último responde las más de las veces a la defensa de los intereses de siempre, realizada ahora, bien es cierto, de la mano de procedimientos aparentemente más benignos y notablemente más eficaces. Quien piense, de cualquier modo, que la OTAN siente alguna preocupación por los derechos humanos en algún lugar del planeta haría bien en preguntarse por qué sus soldados no se han desplegado en Gaza y Cisjordania, para exigir la retirada del ejército israelí, en el Kurdistán, para reclamar de los militares turcos el respeto de las normas más elementales, o en el Sahara occidental, para hacer otro tanto con las fuerzas armadas marroquíes. El intervencionismo humanitario ha servido para ocultar, por añadidura, lo que ocurría en la trastienda en la forma de un doble y delicado proceso: mientras la OTAN se ha lanzado con denuedo a la identificación --en su caso a la creación-- de nuevas amenazas como las que supondrían el terrorismo internacional o las migraciones, por el otro --ya lo señalamos antes-- bien que ha procurado, incansable, reflotar algunas de las viejas, y en singular la que acarrearía el gigante ruso.

Chesterton, el escritor inglés, tuvo a bien señalar que el matrimonio es una institución ideal para resolver un sinfín de problemas que no existirían de no existir el propio matrimonio. Si sobran las razones para endosarle a la Alianza Atlántica la frase chestertoniana --tradúzcala el lector--, también sobran para desear que el de estos días sea el último aniversario que la OTAN celebre.

sábado, 18 de abril de 2009

Los vericuetos del intento golpista. Venezuela 2003

El 7 de febrero del 2003, un coche/bomba provocó la muerte de 36 personas en El Nogal, un club de la oligarquía colombiana en el norte de Bogotá, muy cerca de la residencia del embajador de España. Uno de los heridos atendido en la calle, identificado como miembro de la junta directiva, pidió un teléfono y le gritó a quién recibió su llamada ¡Hijueputa! Yo le dije a Londoño que no siguiera utilizando el club para reunirse con esos paramilitares ... Se refería a Fernando Londoño, accionista de El Nogal y entonces ministro del Interior y de Justicia. El gobierno del presidente Álvaro Uribe utilizaba el exclusivo club para negociar con los paramilitares. Un abogado de las mafias reveló que el atentado fue una advertencia del Cartel del Norte del Valle contra la competencia de los narcoparamilitares en la exportación de cocaína hacia Estados Unidos.

Pocos días después, en una noche de tragos, un funcionario de la Casa de Nariño contó que, inmediatamente después del atentado en El Nogal, Uribe recibió una llamada del Departamento de Estado. Esto -le dijeron desde Washington- hay que aprovecharlo para conseguir el apoyo internacional contra las FARC. Álvaro Uribe atribuyó a la guerrilla la matanza y su ministra de defensa, Marta Lucía Ramírez, aseguró ante la prensa internacional que la sofisticada tecnología del atentado se deriva de la alianza estratégica de las FARC con ETA. Seis años después no han podido mostrar ni una sola prueba.

El que llamó desde el Departamento de Estado fue el subsecretario para los países andinos Phillip Chicola. Un año antes, en abril del 2002, Chicola enviaba desde Washington las instrucciones para que se consolidara en Caracas la intentona golpista que pretendía instalar como nuevo presidente al general de los empresarios venezolanos Pedro Carmona. En su huida del Palacio de Miraflores, los golpistas dejaron los documentos que confirman las órdenes que recibieron de la Administración Bush. Tenían que hacer lo siguiente:

Ø Obligar a Hugo Chávez a firmar su dimisión para enviar una copia a Washington.

Ø Conseguir que la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo avalaran la renuncia del presidente.

Ø Y anunciar que convocarían elecciones bajo la supervisión de la OEA.

Eran las condiciones -explicó Chicola- para facilitar que la Administración Bush apoyara a los golpistas y pudiera arrastrar hacia esa posición a la Unión Europea y América Latina.

*

En la Administración Bush se habían repartido las tareas:

Ø El Pentágono asesoraba a los militares venezolanos golpistas con los que permaneció durante el amotinamiento el teniente coronel James Rodger, agregado militar de la embajada estadounidense. Además, la Marina y la Fuerza Aérea de Estados Unidos pusieron a disposición de los conspiradores su cobertura de guerra electrónica, triangulada mediante la coordinación del Comando Sur en Miami y las bases de utilización concertada en el Caribe y en Manta (Ecuador).

Ø La CIA participó en la organización de lo que debería parecer una respuesta criminal contra la artificial movilización popular que sirviera de justificación para un pronunciamiento de las Fuerzas Armadas que no aceptarían asumir la represión de las protestas en defensa de la democracia. Además, la CIA conectó a los golpistas con sus colaboradores salvadoreños y de la mafia anticastrista de Miami para la organización de escuadrones de la muerte con los que podrían someter selectivamente a quienes intentaran resistir el cuartelazo.

Marcelo Sarabia, el guardaespaldas de Pedro Carmona en la intentona golpista (que vigilaba sus decisiones), estaba vinculado con los servicios secretos de la embajada de Estados Unidos en Caracas y formaba parte del grupo armado ultraderechista dirigido por el golpista y traficante de armas Isaac Pérez Recao. Carmona era empleado de la familia Pérez Recao, principales accionistas de la petrolera VENOCO.

Ø El Departamento de Estado se encargaba de orquestar el respaldo internacional para darle reconocimiento diplomático al gobierno impuesto por los golpistas. Se añadía además el apoyo del FMI.

Hicieron coincidir la intentona golpista con el turno de presidencia del gobierno español de José María Aznar en la Unión Europea y la reunión del Grupo de Río en Costa Rica. Aznar se había comprometido a empujar a la UE hacia la complicidad con la Administración Bush. Y el presidente de Colombia, Andrés Pastrana, intentó hacer lo mismo con América Latina. Le secundaba el descarado salvadoreño Francisco Flores, que reconoció

inmediatamente al gobierno golpista de Venezuela.

EEUU quería que la aportación colombiana fuera doble: el

presidente Pastrana convenciendo al Grupo de Río y el ex/presidente

Gaviria manejando a la Organización de Estados Americanos.

Pastrana agradecía así el Plan Colombia y Gaviria su nombramiento

como Secretario General de la OEA, dos operaciones de Washington.

Con el golpe en marcha y Chávez secuestrado, Bush decía que ahora habrá tranquilidad y democracia. El gobierno de Aznar comentaba que con Chávez Venezuela era insostenible y manifestaba su confianza en el gobierno de transición. La patronal española acogía con agrado el nombramiento de Cardona como nuevo presidente.

En España, sólo Izquierda Unida condenaba desde el principió la intentona golpista y exigía el regreso de Chávez a la presidencia. Felipe González no podía ocultar su satisfacción. Chávez -dijo- es un autoritario que liquidaba las libertades.

No parece una casualidad que la Administración Bush y el gobierno de Aznar enviaran nuevos embajadores a Venezuela veinte días antes de la intentona golpista. Sabían lo que iba a pasar y sabían lo que tenían que hacer. Patrocinar el reconocimiento internacional para los golpistas. El estadounidense Charles Schapiro (experto en intervenciones en América Latina) y el español Manuel Viturro (un franquista de la hispanidad imperial) fueron los únicos embajadores que visitaron al presidente golpista. En el Departamento de Estado y en la Casa Blanca manejaron la conspiración Otto Reich, ex/embajador en Caracas y subsecretario para América Latina, y Elliot Abrams, director encargado de la Democracia, los Derechos Humanos y las Operaciones Internacionales en el Consejo Nacional de Seguridad. Los dos históricamente relacionados con la mafia cubana de Miami y con las operaciones estadounidenses de terrorismo de Estado en América Latina.

Aznar, desde Madrid, y Pastrana, desde la reunión del Grupo de Río, llamaron a Carmona para ponerse a su disposición. Una declaración conjunta de los gobiernos de Estados Unidos y de España no condenaba el golpe, no exigía el respeto al mandato constitucional del presidente Hugo Chávez y admitía los hechos consumados con la consideración de que sólo la consolidación de un marco democrático estable puede ofrecer un futuro de libertad y progreso al pueblo venezolano. Los gobiernos de Estados Unidos y de España intentaron que compartieran esa actitud los de Francia, Brasil, México y Argentina, que se negaron. Aznar no consiguió arrastrar a la Unión Europea hacia la complicidad con Washington y tampoco Pastrana lo logró con América Latina.

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El programa de los golpistas incluía la privatización de Petróleos de Venezuela en beneficio de REPSOL y de una compañía estadounidense vinculada con el clan Bush. Y entregar CITGO, la filial en EEUU de PDVSA, a Gustavo Cisneros y a sus socios gringos. Cisneros (el amigo al que Felipe González le regaló Galerías Preciados cuando presidía el gobierno español) fue el gran conspirador. Reich, Schapiro, Cisneros, Viturro y Carmona eran como uña y mugre. Daniel Romero, que fue secretario privado del ex/presidente Carlos Andrés Pérez, redactó los decretos de Pedro Carmona que bloqueaban a las instituciones y concentraban todo el poder en la presidencia usurpada. El Opus oraba por los golpistas y los bendecía Baltasar Porras, presidente de la Conferencia Episcopal. Eduardo Fernández, el cuate de José María Aznar en la Democracia Cristiana, estuvo en Madrid poco antes de la intentona golpista y regresó a Caracas con escala en Washington para confirmar los preparativos. También Cardona había viajado a España como presidente de la patronal venezolana. El gobierno de Aznar y sus empresarios lo acogieron como al futuro jefe de Estado de Venezuela. Incluso pudo confraternizar con representantes de los servicios secretos militares españoles. Dicen que REPSOL y la banca española con negocios en Venezuela pusieron medio millón de dólares para los gastos de la movilización popular en defensa de la democracia. En Madrid, Carmona cometió la torpeza o el exceso de soberbia de encargar en una sastrería militar lo que creía que iba a ser su banda presidencial. Quedó como prueba de su arrogancia.

*

Los grandes medios de comunicación internacionales fueron incluidos en la conspiración del Departamento de Estado con la que no consiguieron el respaldo para los golpistas en la Unión Europea y América Latina. Sabían y se pusieron de acuerdo en lo que iban a decir:

Chávez había traicionado el mandato de las urnas, descomponiendo la democracia y la economía.

Y al ordenar al Ejército que disparara contra el pueblo, los militares le obligaron a dimitir. Ahora habrá nuevas elecciones.

Es la única vez en la historia en la que las transnacionales de la desinformación han quedado en evidencia al destapar sus verdaderas intenciones en un golpe de Estado que no se consumó. Pero ni han reconocido el ridículo y la perversidad de su comportamiento ni han modificado su juego sucio contra el presidente y el gobierno cuya eliminación se apresuraron a celebrar.

Chávez fue obligado a renunciar / Ya no está amenazada la democracia venezolana por un aspirante a dictador, anunció el New York Times.

Ludmila Vinogradoff, corresponsal de El País, aseguraba en una crónica desde Caracas para CNN+ que había un video con la renuncia de Chávez. Todavía no ha aparecido. Golpe a un caudillo era el título del editorial de El País que no sólo no pedía el respeto a la legalidad democrática sino que decía que sería bueno que Chávez y algunos de sus colaboradores detenidos rindieran cuentas de sus desmanes autoritarios y corruptos ante los tribunales. ¡Juzgar a los golpeados en lugar de a los golpistas! Parece que a PRISA no le iban bien los negocios en Venezuela. En vísperas de la intentona golpista, el enviado especial de El País le dijo lo siguiente a un colega de otro diario español: Chávez se va a enterar de quién es Jesús de Polanco, que siempre consigue lo que quiere. Ya verás. Dentro de unos días hablamos. La crónica con la que ese enviado especial de El País celebraba el supuesto triunfo de los golpistas se tituló La República Bolivariana ha muerto. Recordemos lo que escribió y se publicó: La presión popular y periodística, activamente secundada por los empresarios y los sindicatos de trabajadores y con un sangriento desenlace, sublevaron finalmente a los cuarteles y derrumbaron la presidencia de Hugo Chávez, después de una gestión caracterizada por la provocación y el avasallamiento de la discrepancia. En lo único en lo que no mentía era en el reconocimiento de la presión periodística y de los empresarios. Lo demás es una canallada desinformativa. Nunca se disculparon ni el periodista ni El País. Paradójicamente, mientras El País denunciaba la inspiración castrista de Chávez, su enviado especial, que cubría toda América Latina, trasladaba la residencia de sus hijos adolescentes desde México a La Habana para garantizar su seguridad, reiteradamente amenazada por la delincuencia en la capital mexicana.

*

Hugo Chávez nunca renunció a la presidencia. Se supo a tiempo gracias a la televisión cubana que entrevistó a su hija María Gabriela. Había hablado con su padre y denunció para todo el mundo, a través de su comunicación con La Habana, que Chávez era un presidente preso.

El único gobierno que puso toda su capacidad política, diplomática y de información al servicio de la defensa de la legalidad democrática en Venezuela fue el gobierno de Cuba.

También paradójicamente, mientras la supuesta dictadura castrista defendía la legalidad democrática de Venezuela, el dirigente de la oposición cubana Oswaldo Payá, que se supone que reclama una reforma pacífica para la apertura política en la isla, se apresuraba a difundir un comunicado de apoyo a los golpistas venezolanos, demostrando qué es lo que le gustaría que ocurriese en Cuba.

jueves, 16 de abril de 2009

Fidel, Chávez y Dieterich: No lo entiendo

Por José Manuel Martin Medem

Ahora resulta que Fidel (1) nos quiere convencer de que los generales jubilados no son responsables de las agresiones del imperialismo de Estados Unidos y tienen "criterios acertados". Resulta también que las FARC deben aceptar, por recomendación de Chávez (2), la propuesta tramposa de alto el fuego que les hace Uribe. Y resulta además que, según Heinz Dieterich (3), China es el ejemplo para Venezuela... Pues no lo entiendo.


Doce generales retirados piden que se autoricen los viajes de los estadounidenses a Cuba como primer paso para eliminar el bloqueo. Dicen que hay que cambiar una política que "no ha conseguido alcanzar los objetivos de EEUU". En lugar de aislar y bloquear, contagiar y contaminar. Los generales que fracasaron en la 'guerra fría' contra Cuba proponen ahora la invasión económica y cultural.


Es lo que viene. Y Fidel asegura que "no tememos el debate de ideas". ¿Cómo va a desarrollar Cuba el debate internacional de ideas si la 'vieja guardia' bloquea el debate nacional? ¿Se imaginan la actitud de Fidel si una docena de generales cubanos jubilados firmaran una carta abierta con sus propuestas para el futuro de la isla? ¡Seguro que no le parecía que tuvieran 'criterios acertados'! El general Arnaldo Ochoa tenía sus propios criterios para desatascar a la Revolución y el Comandante lo fusiló hace veinte años. Y no me digan que era un narcotraficante porque no es cierto.

Chávez dice que "Uribe ha aportado ideas que pueden marcar una ruta hacia la paz" y les pide a las FARC que acepten el alto el fuego como condición presidencial para una posible negociación. ¿No hay que exigir primero un alto el fuego de Uribe en su terrorismo de Estado y en sus violaciones del derecho internacional?

La paz que reclaman las FARC no es la del sometimiento a la violencia y a la desigualdad y Uribe no ha dicho que esté dispuesto a modificar ni la represión interna (empobrecimiento de la inmensa mayoría, criminalización de la resistencia y de la oposición, guerra de la información e impunidad para el terrorismo de Estado) ni las agresiones internacionales contra la soberanía nacional de los vecinos (bombardeo contra Reyes y secuestros de Trinidad y Granda en Ecuador y Venezuela). No se trata de contener a las FARC para que Uribe acepte una negociación sino de contener a Uribe (al poder militar, político y económico) en beneficio de los colombianos.


Dieterich nos propone "el éxito del programa del Partido Comunista de China" y considera que "China llena crecientemente el vacío paradigmático de desarrollo para los países del Tercer Mundo que dejó la implosión de la Unión Soviética". ¡Qué vaina más atroz!

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(1) 'Militares con criterios acertados'

Fidel Castro / Granma (16 de abril)

(2) 'Chávez les pide a las FARC un alto el fuego'

El Nuevo Herald (16 de abril)

(3) 'Cuba y Venezuela en el Nuevo Orden Mundial G-2'

Heinz Dieterich / Rebelión (16 de abril)

miércoles, 8 de abril de 2009

Demagogia sin reflexiones, por Luis Mattini

Debo admitir que me resulta muy dificil de entender y explicar el disparate que acaba de escribir Osvaldo Bayer en “Reflexiones sin demagogia” en la que compara lo sucedido en Alemania en 1946 con Argentina en 1984; esto es, la derrota del nazismo, después de cuatro años de guerra entre formidables ejércitos, cincuenta millones de muertos y media civilización destruída, con la retirada, más o menos en orden, de la dictadura de Videla.

En dicho artículo Bayer |parece desconocer que Nuremberg se hizo bajo la custodia de los ejércitos vencedores y aún así dicho Juicio dejó mucho que desear y con ribetes de colosal estafa. Los únicos ejecutados por crímenes de guerra, antisemitismo y racismo fueron unos pocos nazis, olvidando la colaboración activa de los racistas y antisemitas de los países ocupados por los alemanes. Además no se juzgó a los responsables de los criminales bombardeos aliados sobre objetivos civiles y las bombas atómicas sobre Japón. Para no hablar de los ex-nazis que continuaron en actividad reclutados por la URSS y los EE.UU como técnicos y agentes secretos.

Cierto es que, a pesar de eso, Alemania es la única Nación que, en efecto, hizo un proceso autocrítico, pero Bayer sabe que eso se hizo en la ex Republica Federal o sea en gran parte los socialdemócratas, quienes a su vez cargaban con la responsabilidad de haber asesinado a Rosa Luxemburgo y los espartaquistas el 1919. ¡Oh Paradojas del siglo veinte! en la post guerra fueron mucho mas consecuentes y eficaces para desnazificar que los comunistas.

En cambio el juicio a los militares en Argentina, si bien está lejos de ser lo que seria nuestro deseo, es mucho más de lo que, no siendo vencedores, se pudo hacer, gracias a la tenaz militancia de una minoria. Porque no hay que olvidar que los militares no fueron derrotados por los argentinos, sino por los ingleses fuera del territorio nacional y que el tribunal que los juzgaba estaba rodeado por las armas de los acusados.

Además la experiencia y la edad nos obliga a reexaminar qué grado de disposición había en la mayoría de la población para respaldar la tenacidad de esa minoría militante de los derechos humanos. ¿O nos olvidamos de la verguenza del mundial 78? ¿Nos olvidamos también la concentración de masas borrachas de chovinismo vivando a Galtieri por la invasión al las Malvinas? ¿Cómo es posible que sigamos ignorando el injusto desdén e indiferencia de la población argentina con los ex combatientes, derrotados, famélicos y desarrapados tratados como basura después de haberlos mandado al frente? ¿O creerá Bayer que un “pueblo”, como él dice, (yo prefiero decir en este caso una población, porque se es pueblo sólo cuando se es sujeto), que no había superado semejante frívola ebriedad colectiva, sería capaz de “agarrar las armas” al hipotético grito de un presidente socialdemócrata para defender la democracia? ¿O le habrá creído al Partido Comunista cuando éste le ofreció públicamente a Alfonsin las Brigadas para recolección de café en Nicaragua al mando del “Comandante Mosqueda”, para reprimir a los carapintadas alzados? ¿Tanta fe tendrá Bayer en la Institución Congreso? ¿Y con qué fuerzas pensará que una Bicameral del Congreso de la Nación hubiera podido actuar?

Yo no tengo los 82 respetables años de Bayer, tengo 68, él es de una generacion anterior; tengo mi hermano de sangre desaparecido junto con cientos hermanos de lucha, muchos de ellos de la misma generación que Bayer. De cincuenta años de militancia pasé diez en el exilio, pero no me considero víctima, sino un permanente combatiente libertario, que en su momento empuñó las armas junto al sucesor del Che, Mario Roberto Santucho al que Bayer nunca entendió y, al menos hoy hoy reivindica. Nunca lo entendió a Santucho como sí lo hicieron muchos de sus pares intelectuales y generacionales se jugaron con nosotros, aún siendo a veces críticos: Silvio Frondizi, Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Rodolfo Puiggros, Paco Urondo, Alicia Eguren, por sólo nombrar algunos de esa larga lista con los que juntos hicimos la historia de la que ahora Bayer parece querer monopolizar .

Por otra parte muchísima gente en América Latina, y bastante más allá de ella, revindica a La Argentina, como la única Nación que, con los errores y las agachadas de Alfonsín incluidas, y sin el respaldo del Ejército Rojo, metió presos a los militares. O sea que los cultores del Estado de Derecho, como lo es Bayer, al menos en sus escritos, deberían sentirse orgullosos de ello a pesar de las limitaciones del juicio, que por otra parte sigue su labor lenta pero inexorable.

En lo que a mí respecta, opino en cierto modo desde un costado, porque ni yo ni mis compañeros tuvimos como objetivo de lucha meter preso o fusilar a nadie, como no fuera en situación operativa por razones bélicas, sino crear un nuevo contrato social. Nosotros no luchamos por la democracia representativa y el Estado de Derecho, expresiones cumbres del estado burgués; y por eso precisamente, nunca hicimos el ridiculo de “exigirle” a Alfonsín que hiciera lo que hizo el Che Guevara en la Fortaleza de La Cabaña en La Habana.

De allí es que creo que la justicia con nuestros muertos es seguir luchando por ese mundo por el que ellos dieron la vida, por trasformaciones radicales de la sociedad, de modo tal que los déspotas que, con elemental justicia, el aparato jurídico de este Estado, con la ayuda de los hoy amansados organismos de derechos humanos, pudieran condenar y encarcelar, no sean reemplazados por otros déspotas vestidos de civil.