sábado, 18 de abril de 2009

Los vericuetos del intento golpista. Venezuela 2003

El 7 de febrero del 2003, un coche/bomba provocó la muerte de 36 personas en El Nogal, un club de la oligarquía colombiana en el norte de Bogotá, muy cerca de la residencia del embajador de España. Uno de los heridos atendido en la calle, identificado como miembro de la junta directiva, pidió un teléfono y le gritó a quién recibió su llamada ¡Hijueputa! Yo le dije a Londoño que no siguiera utilizando el club para reunirse con esos paramilitares ... Se refería a Fernando Londoño, accionista de El Nogal y entonces ministro del Interior y de Justicia. El gobierno del presidente Álvaro Uribe utilizaba el exclusivo club para negociar con los paramilitares. Un abogado de las mafias reveló que el atentado fue una advertencia del Cartel del Norte del Valle contra la competencia de los narcoparamilitares en la exportación de cocaína hacia Estados Unidos.

Pocos días después, en una noche de tragos, un funcionario de la Casa de Nariño contó que, inmediatamente después del atentado en El Nogal, Uribe recibió una llamada del Departamento de Estado. Esto -le dijeron desde Washington- hay que aprovecharlo para conseguir el apoyo internacional contra las FARC. Álvaro Uribe atribuyó a la guerrilla la matanza y su ministra de defensa, Marta Lucía Ramírez, aseguró ante la prensa internacional que la sofisticada tecnología del atentado se deriva de la alianza estratégica de las FARC con ETA. Seis años después no han podido mostrar ni una sola prueba.

El que llamó desde el Departamento de Estado fue el subsecretario para los países andinos Phillip Chicola. Un año antes, en abril del 2002, Chicola enviaba desde Washington las instrucciones para que se consolidara en Caracas la intentona golpista que pretendía instalar como nuevo presidente al general de los empresarios venezolanos Pedro Carmona. En su huida del Palacio de Miraflores, los golpistas dejaron los documentos que confirman las órdenes que recibieron de la Administración Bush. Tenían que hacer lo siguiente:

Ø Obligar a Hugo Chávez a firmar su dimisión para enviar una copia a Washington.

Ø Conseguir que la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo avalaran la renuncia del presidente.

Ø Y anunciar que convocarían elecciones bajo la supervisión de la OEA.

Eran las condiciones -explicó Chicola- para facilitar que la Administración Bush apoyara a los golpistas y pudiera arrastrar hacia esa posición a la Unión Europea y América Latina.

*

En la Administración Bush se habían repartido las tareas:

Ø El Pentágono asesoraba a los militares venezolanos golpistas con los que permaneció durante el amotinamiento el teniente coronel James Rodger, agregado militar de la embajada estadounidense. Además, la Marina y la Fuerza Aérea de Estados Unidos pusieron a disposición de los conspiradores su cobertura de guerra electrónica, triangulada mediante la coordinación del Comando Sur en Miami y las bases de utilización concertada en el Caribe y en Manta (Ecuador).

Ø La CIA participó en la organización de lo que debería parecer una respuesta criminal contra la artificial movilización popular que sirviera de justificación para un pronunciamiento de las Fuerzas Armadas que no aceptarían asumir la represión de las protestas en defensa de la democracia. Además, la CIA conectó a los golpistas con sus colaboradores salvadoreños y de la mafia anticastrista de Miami para la organización de escuadrones de la muerte con los que podrían someter selectivamente a quienes intentaran resistir el cuartelazo.

Marcelo Sarabia, el guardaespaldas de Pedro Carmona en la intentona golpista (que vigilaba sus decisiones), estaba vinculado con los servicios secretos de la embajada de Estados Unidos en Caracas y formaba parte del grupo armado ultraderechista dirigido por el golpista y traficante de armas Isaac Pérez Recao. Carmona era empleado de la familia Pérez Recao, principales accionistas de la petrolera VENOCO.

Ø El Departamento de Estado se encargaba de orquestar el respaldo internacional para darle reconocimiento diplomático al gobierno impuesto por los golpistas. Se añadía además el apoyo del FMI.

Hicieron coincidir la intentona golpista con el turno de presidencia del gobierno español de José María Aznar en la Unión Europea y la reunión del Grupo de Río en Costa Rica. Aznar se había comprometido a empujar a la UE hacia la complicidad con la Administración Bush. Y el presidente de Colombia, Andrés Pastrana, intentó hacer lo mismo con América Latina. Le secundaba el descarado salvadoreño Francisco Flores, que reconoció

inmediatamente al gobierno golpista de Venezuela.

EEUU quería que la aportación colombiana fuera doble: el

presidente Pastrana convenciendo al Grupo de Río y el ex/presidente

Gaviria manejando a la Organización de Estados Americanos.

Pastrana agradecía así el Plan Colombia y Gaviria su nombramiento

como Secretario General de la OEA, dos operaciones de Washington.

Con el golpe en marcha y Chávez secuestrado, Bush decía que ahora habrá tranquilidad y democracia. El gobierno de Aznar comentaba que con Chávez Venezuela era insostenible y manifestaba su confianza en el gobierno de transición. La patronal española acogía con agrado el nombramiento de Cardona como nuevo presidente.

En España, sólo Izquierda Unida condenaba desde el principió la intentona golpista y exigía el regreso de Chávez a la presidencia. Felipe González no podía ocultar su satisfacción. Chávez -dijo- es un autoritario que liquidaba las libertades.

No parece una casualidad que la Administración Bush y el gobierno de Aznar enviaran nuevos embajadores a Venezuela veinte días antes de la intentona golpista. Sabían lo que iba a pasar y sabían lo que tenían que hacer. Patrocinar el reconocimiento internacional para los golpistas. El estadounidense Charles Schapiro (experto en intervenciones en América Latina) y el español Manuel Viturro (un franquista de la hispanidad imperial) fueron los únicos embajadores que visitaron al presidente golpista. En el Departamento de Estado y en la Casa Blanca manejaron la conspiración Otto Reich, ex/embajador en Caracas y subsecretario para América Latina, y Elliot Abrams, director encargado de la Democracia, los Derechos Humanos y las Operaciones Internacionales en el Consejo Nacional de Seguridad. Los dos históricamente relacionados con la mafia cubana de Miami y con las operaciones estadounidenses de terrorismo de Estado en América Latina.

Aznar, desde Madrid, y Pastrana, desde la reunión del Grupo de Río, llamaron a Carmona para ponerse a su disposición. Una declaración conjunta de los gobiernos de Estados Unidos y de España no condenaba el golpe, no exigía el respeto al mandato constitucional del presidente Hugo Chávez y admitía los hechos consumados con la consideración de que sólo la consolidación de un marco democrático estable puede ofrecer un futuro de libertad y progreso al pueblo venezolano. Los gobiernos de Estados Unidos y de España intentaron que compartieran esa actitud los de Francia, Brasil, México y Argentina, que se negaron. Aznar no consiguió arrastrar a la Unión Europea hacia la complicidad con Washington y tampoco Pastrana lo logró con América Latina.

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El programa de los golpistas incluía la privatización de Petróleos de Venezuela en beneficio de REPSOL y de una compañía estadounidense vinculada con el clan Bush. Y entregar CITGO, la filial en EEUU de PDVSA, a Gustavo Cisneros y a sus socios gringos. Cisneros (el amigo al que Felipe González le regaló Galerías Preciados cuando presidía el gobierno español) fue el gran conspirador. Reich, Schapiro, Cisneros, Viturro y Carmona eran como uña y mugre. Daniel Romero, que fue secretario privado del ex/presidente Carlos Andrés Pérez, redactó los decretos de Pedro Carmona que bloqueaban a las instituciones y concentraban todo el poder en la presidencia usurpada. El Opus oraba por los golpistas y los bendecía Baltasar Porras, presidente de la Conferencia Episcopal. Eduardo Fernández, el cuate de José María Aznar en la Democracia Cristiana, estuvo en Madrid poco antes de la intentona golpista y regresó a Caracas con escala en Washington para confirmar los preparativos. También Cardona había viajado a España como presidente de la patronal venezolana. El gobierno de Aznar y sus empresarios lo acogieron como al futuro jefe de Estado de Venezuela. Incluso pudo confraternizar con representantes de los servicios secretos militares españoles. Dicen que REPSOL y la banca española con negocios en Venezuela pusieron medio millón de dólares para los gastos de la movilización popular en defensa de la democracia. En Madrid, Carmona cometió la torpeza o el exceso de soberbia de encargar en una sastrería militar lo que creía que iba a ser su banda presidencial. Quedó como prueba de su arrogancia.

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Los grandes medios de comunicación internacionales fueron incluidos en la conspiración del Departamento de Estado con la que no consiguieron el respaldo para los golpistas en la Unión Europea y América Latina. Sabían y se pusieron de acuerdo en lo que iban a decir:

Chávez había traicionado el mandato de las urnas, descomponiendo la democracia y la economía.

Y al ordenar al Ejército que disparara contra el pueblo, los militares le obligaron a dimitir. Ahora habrá nuevas elecciones.

Es la única vez en la historia en la que las transnacionales de la desinformación han quedado en evidencia al destapar sus verdaderas intenciones en un golpe de Estado que no se consumó. Pero ni han reconocido el ridículo y la perversidad de su comportamiento ni han modificado su juego sucio contra el presidente y el gobierno cuya eliminación se apresuraron a celebrar.

Chávez fue obligado a renunciar / Ya no está amenazada la democracia venezolana por un aspirante a dictador, anunció el New York Times.

Ludmila Vinogradoff, corresponsal de El País, aseguraba en una crónica desde Caracas para CNN+ que había un video con la renuncia de Chávez. Todavía no ha aparecido. Golpe a un caudillo era el título del editorial de El País que no sólo no pedía el respeto a la legalidad democrática sino que decía que sería bueno que Chávez y algunos de sus colaboradores detenidos rindieran cuentas de sus desmanes autoritarios y corruptos ante los tribunales. ¡Juzgar a los golpeados en lugar de a los golpistas! Parece que a PRISA no le iban bien los negocios en Venezuela. En vísperas de la intentona golpista, el enviado especial de El País le dijo lo siguiente a un colega de otro diario español: Chávez se va a enterar de quién es Jesús de Polanco, que siempre consigue lo que quiere. Ya verás. Dentro de unos días hablamos. La crónica con la que ese enviado especial de El País celebraba el supuesto triunfo de los golpistas se tituló La República Bolivariana ha muerto. Recordemos lo que escribió y se publicó: La presión popular y periodística, activamente secundada por los empresarios y los sindicatos de trabajadores y con un sangriento desenlace, sublevaron finalmente a los cuarteles y derrumbaron la presidencia de Hugo Chávez, después de una gestión caracterizada por la provocación y el avasallamiento de la discrepancia. En lo único en lo que no mentía era en el reconocimiento de la presión periodística y de los empresarios. Lo demás es una canallada desinformativa. Nunca se disculparon ni el periodista ni El País. Paradójicamente, mientras El País denunciaba la inspiración castrista de Chávez, su enviado especial, que cubría toda América Latina, trasladaba la residencia de sus hijos adolescentes desde México a La Habana para garantizar su seguridad, reiteradamente amenazada por la delincuencia en la capital mexicana.

*

Hugo Chávez nunca renunció a la presidencia. Se supo a tiempo gracias a la televisión cubana que entrevistó a su hija María Gabriela. Había hablado con su padre y denunció para todo el mundo, a través de su comunicación con La Habana, que Chávez era un presidente preso.

El único gobierno que puso toda su capacidad política, diplomática y de información al servicio de la defensa de la legalidad democrática en Venezuela fue el gobierno de Cuba.

También paradójicamente, mientras la supuesta dictadura castrista defendía la legalidad democrática de Venezuela, el dirigente de la oposición cubana Oswaldo Payá, que se supone que reclama una reforma pacífica para la apertura política en la isla, se apresuraba a difundir un comunicado de apoyo a los golpistas venezolanos, demostrando qué es lo que le gustaría que ocurriese en Cuba.

2 comentarios:

roberto dahbar dijo...

Como se nota que no vives en Venezuela ni en Cuba. Te recuerdo, porque lo olvidas en tu artículo, que el presidente Chávez fue el que instauró el golpe de estado contra la democracia en Venezuela, en su fallido intento contra el presidente Carlos Andrés Pérez. Como decimos aquí, lo que es igual no es trampa.
Si él quiso tumbar a un presidente elegido por el pueblo, ¿por qué no lo pueden tumbar a él? Si no le gustan los golpes, pues entonces que no de golpes él.
Viviendo con la libertad y las comodidades que te da la imperfecta democracia española, es muy fácil hablar de las maravillas de Venezuela y Cuba. Pero, ¿por qué no te vas a vivir allí? ¿Por qué no haces dos horas de cola en Caracas para conseguir, con un suerte, un litro de leche para alimentar a tu hijo? ¿o un kilo de azúcar? Tú viajas por el mundo si quieres; el gobierno español no te impide que salgas, aunque tú le caigas mal. Intenta lo mismo en Cuba a ver cómo te va.
Me imagino que te parecerá muy revolucionario que el gobierno cubano no deje salir a la médica que tiene a su hijo, madre y nietos en el exilio, en Argentina. Ella, por supuesto, no es una víctima de la dictadura como lo fuiste tú, ¿verdad? Porque sólo son víctimas las personas perseguidas por los regímenes de derecha: las otras son traidoras.
Los revolucionarios "de lejitos", y perdona si te ofendo, no es mi intención, no son más que niños jugando a ser adultos. Revolucionarios son los que hacen y viven la revolución, no la que la escriben de lejos.
Sin ánimo de ofender y con todo respeto,
Roberto Dahbar
(descendientes de árabes, sí)
Caracas 8 mayo 2009

roberto dahbar dijo...

Ah, me olvidé decirte que estuve y estoy totalmente EN CONTRA DEL GOLPE DE CARMONA CONTRA CHAVEZ, tanto como lo estoy en contra de Chávez.
roberto dahbar